Sábado 4 de Diciembre de 2010 - Por Evangelina Himitian
La autora de la nota, preocupada por la manera contradictoria en la que la ciencia se dirige al público en general, nos ilustra con ejemplos tales como:
"¿Puede el chupete ser bueno y malo para los bebes? ¿El café estar recomendado para diabéticos y, a la vez, desaconsejado? ¿Es posible que los carbohidratos sean los responsables de la epidemia de obesidad mundial y, simultáneamente, no tener nada que ver con esa tendencia?"....
y continúa....
"La proliferación de voces colabora con el desconcierto. Esa podría ser la principal conclusión si se hace una recapitulación de los variados y hasta contradictorios hallazgos que ha hecho la ciencia moderna en los últimos años. Se trata de un fenómeno que incide directamente en la credibilidad: según un sondeo de La Nación, los porteños descreen de los hallazgos y no los suman a sus decisiones prácticas." Fundamenta lo afirmado con información respaldada por publicaciones científicas reconocidas, sobre diversos temas de interés general que enumera con detalle:
- El café, la panacea universal.
- Dormir poco engorda, y mucho también.
- Virtudes y pecados de la cerveza.
- El dilema del chupete.
- El chocolate es psicológico.
- La calidad del esperma.
- Los carbohidratos, los culpables.
- El alcohol en las embarazadas.
¿Dónde está el origen del "problema" que nos presenta la autora de la nota?
(Nota al margen, el nombre de la nota sugiere que su autora/or es mujer, sin embargo la foto que la acompaña corresponde a un hombre, lo que nos lleva a otra contradicción, aunque no perteneciente a la ciencia)
¿Lo que se presenta es realmente un problema atribuible a la Ciencia o, por el contrario, lo es a la concepción de ciencia que tiene la autora de la nota? (y que no explicita pero que, en mi opinión deja traslucir con suficiente claridad).
Para la autora en la ciencia no pueden coexistir contradicciones, en criollo, las cosas son o negro o blanco, nunca grises, o más técnicamente, las afirmaciones que la ciencia hace sobre las cosas, como los fenómenos antes enumerados, o son verdaderas o son falsas. Las respuestas posibles son SI o NO y no cabe, como sucede con frecuencia en la política, el NI.
Bueno, lo que la autora afirma seguramente es correcto para la lógica, pero totalmente falso para las lógicas, ya que como son plurales lo que es verdadero para una de ellas, puede ser falso en otra y en ese caso no hay contradicción alguna.
Aclaremos un poco más este punto. Como se sabe, uno de los fundadores de la lógica (y de muchas cosas más) fue Aristóteles un sabio griego (Nació en Estagira, en 382 a.c. y murió en Calcis (Eubea) en 324 a.c.) y que, además, fue maestro del joven Alejandro Magno.
La lógica aristotélica es bimodal y, según ella, toda afirmación o es verdadera o es falsa, tal y como piensa nuestra autora. Pero bueno, hoy y desde hace más de cien años, se sabe que la lógica aristotélica no es la única posible y ni siquiera la más útil en todos los casos. Es la que se enseña en el secundario, cuando se enseña y eso la convierte en popular.
Ahora, en algo tendría razón la autora si de lógica se tratase su problema. Si uno no se mueve de una lógica particular, siempre que ésta sea bimodal, es potencialmente posible, decir si una afirmación es verdadera o falsa. ¡Ah!, entonces no todo está perdido. Alto, no nos apresuremos. Un lógico, no conocido por el público, como es el caso del famoso Aristóteles, llamado Goedel, demostró, que aún en este caso ultra simple, es imposible de antemano tener esta seguridad y que es perfectamente posible encontrarnos con afirmaciones para las cuales no podamos determinar si son verdaderas o falsas.
Bueno, me temo que llegada esta altura del desarrollo (si no se aburrieron antes) comienza a panir el cúnico.
No teman. La cosa se pone decididamente peor.
La periodista de La Nación no habla de lógica, habla de las ciencias que estudian la biología o la psicología humanas. En este caso además de afirmar cosas coherentes. estas ciencias, que se ocupan de estudiar e investigar la realidad (por eso son distintas de la lógica y se las llama empíricas, de la experiencia), deben obtener pruebas físicas (y no solo verbales) de lo que se afirma mediante experimentos y observaciones. Ahora me parece que comienza a verse un poco mas claro cuál es la naturaleza del problema. Un señor/a dice blanco, el otro/a señor/a dice negro, lo que dice cada uno/a de ellos/as puede ser perfectamente posible, entonces...¿qué dice el experimento?, ¿quién tiene razón? ¿Blanco o negro?. La mayoría (sino todos) los experimentos (y observaciones) reales en las ciencias empíricas responden NI durante un tiempo más o menos prolongado, hasta que, a veces, no siempre, los que investigan parecen decidir hasta aquí llegamos las cosas son así (hasta que llega un buey corneta y vuelve a sacar a las cosas de su lugar).
EN CONCLUSIÓN: La autora "le pide peras al olmo" y el problema que nos presenta es, en realidad, un pseudoproblema que proviene del hecho de partir de una concepción errónea o demasiado inocente de la ciencia y, en consecuencia, el intríngulis puede ser disuelto por el examen epistemológico. El ideal de certeza que reclama corresponde más a la religión que a la ciencia. Claro que uno de los elementos compartidos por las ideologías dominantes en la modernidad - capitalismo y socialismo real- ha consistido en la sacralización acrítica de la ciencia como origen del saber universal. Afortunadamente en el siglo XXI , esta forma de pensar la ciencia y las técnicas está siendo revisada debido, sobretodo, a sus terribles consecuencias para el medio ambiente.
enelaire
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